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Disección de la vida en cajas
Las mudanzas son un coñazo. En eso creo que estamos todos de acuerdo.
A lo largo de los años nos dedicamos a acumular cosas y más cosas. Desde ropa que hace años que ya no te pones, hasta libros que compraste y sólo ojeaste un par de veces, pasando por los imanes de la nevera y los distintos adornos que tienes en el salón. Pero mi intención no es criticar este pseudo-síndrome de Diógenes. Considero que cada objeto tiene una historia detrás, y al empaquetarlos en cajas de cartón no estamos si no empaquetando nuestra vida. La vida ya no se mide en años: se mide en metros cúbicos.
¡Pero no todo son desventajas! Cuando llega el camión de la mudanza de repente te encuentras con que tienes el salón atiborrado de una treintena de cajas y no sabes lo que hay en ellas. Es como si se hubieran reunido de repente los Reyes Magos, Papá Noel, el ratoncito Perez, el genio de la lámpara y el gordo ese que trae los regalos a los niños vascos, y te recibieran en casa con tantos regalos que ni entras por la puerta.
¿Qué contendrá la caja verde y blanca que está al lado de la otra caja verde y blanca y encima de otra caja también verde y blanca? ¡Sorpresa! ¡Un exprimidor para hacer zumo de naranja y la cafetera! Con 5ºC en la calle a la vuelta de la esquina es justo lo que yo necesitaba. Ya aparecerán los chaquetones y las bufandas de aquí a un mes.
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Pagar con tarjeta en Alemania
Una de las cosas que más me ha sorprendido al aterrizar en Alemania es la alergia hacia el dinero de plástico que tienen en este país. Desde España miramos Alemania como el centro de Europa, tecnología y prosperidad, como una suerte de país nórdico pero algo más al sur. Si en Noruega, Suecia, Dinamarca o Reino Unido el pago con tarjeta es el que manda, ¿cómo no se va a usar en Alemania? Al fin y al cabo es el país del Euro (el BCE tiene su sede en Frankfurt), es la cuna de la tecnología y ha sido uno de los ganadores de la gran depresión.
Pues no. En Alemania prácticamente sólo se usa efectivo. No trates de encontrar un taxi que acepte pago con tarjeta. En bares y restaurantes las probabilidades de que te dejen pagar con tarjeta mejoran, pero no dejan de ser una lotería. Hay comercios o bares que les enseñas la tarjeta y la miran como si fuera un objeto extraterrestre. Parece que la cosa ha mejorado un poco en los últimos años, pero el alemán medio sigue prefiriendo (y de lejos) el pago en efectivo. ¿A qué se debe esto? Me da miedo pensar en la cantidad de dinero en efectivo que lleva la gente en la cartera. Es una anomalía muy llamativa en un momento en el que el pago por móvil empieza a ganar popularidad en otros países.
Trasteando por Internet veo que este miedo viene en gran parte de los años de hiperinflación, el hecho de haber perdido dos Guerras Mundiales y la consecuente obsesión alemana por el ahorro. No dejan de parecerme excusas que sacan a relucir que quizás el sistema bancario alemán no esté tan avanzado como cabría de esperar. No voy a ser el listo que lo compare con el sistema bancario español ya que esta última crisis nos ha sacado (y mucho) los colores. Pero sí soy un defensor del pago con tarjeta ya que es una forma relativamente sencilla de acabar con el dinero negro y con el robo de carteras en sitios de gran afluencia.
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Guten morgen! (o cómo se diga)
Guten morgen! ¡Ya era hora! ¡Por fin!
Y no quiero ni pensar lo que dirá Laura cuando vea esta entrada. Y es que, me ha costado más de 6 meses el encontrar el tiempo, las ganas y la motivación de empezar a escribir. Lo que empezó como un blog en conjunto con mi novia (hola Laura!!!) casi termina convirtiéndose en su blog. Pero hoy pongo fin a este monopolio de facto. Porque hoy, es un día especial.
En estos 6 meses que llevamos de blog nos han pasado muchísimas cosas: Hemos viajado a Sevilla y a Cádiz a ver la Semana Santa; hemos sobrevivido a un temporal de nieve en los picos de Europa; hemos ido a un concierto del Cuarteto de Nos; hemos visitado Segovia, La Granja de San Ildefonso, Valencia, Luxemburgo, Estrasburgo, acampado en un ibón de Panticosa… y aun con todo esto, hemos tenido fuerzas para echarnos la manta a la cabeza y mudarnos a otro país. Sí, ahora vivimos en Ottobrunn, un pueblecito al sur de Múnich. Y todo esto en apenas seis meses.
Ha sido, está siendo y va a ser un año sin duda con muchos cambios. No voy a ir de alegre por la vida y voy a decir que todo ha sido fácil. Para nada. Dejar tu casa, y despedirse de amigos y compañeros es de todo menos fácil. Más con tantas incertidumbres y cosas en la cabeza. El tiempo dirá si estos cambios son para bien o para mal. Pero al menos no podremos arrepentirnos de no haberlo intentado.
Y volviendo al tema del blog: a partir de ahora trataré de escribir al menos un día a la semana. Y es que, ¡Las visitas de este mes han crecido de forma exponencial! ¡Casi hemos alcanzado 3 visitas! Tenemos un público al que no quiero defraudar, y no voy a ser menos. Y si esto no es suficiente, ¡os esperamos en Ottobrunn!