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La Catedral de Múnich
También conocida como Frauenkirche, que vendría a significar algo como “catedral de nuestra señora”, es sin duda el edificio más imponente del centro de Múnich. Para los viajeros más despistados, sus dos altas torres sirven de referencia cuando caminas por el centro de la ciudad.
A pesar de su tamaño, tanto su interior como su exterior son muy modestos, cosa que llama la atención en una ciudad tan tradicionalmente rica como es Múnich. En muchas otras ciudades del mundo las catedrales son un reflejo de la riqueza de la ciudad, bien la riqueza actual, o bien la riqueza de antaño. Sin ningún atisbo de duda éste no es el caso de Múnich, y creo que puedo afirmar que las catedrales de algunas pequeñas ciudades de España tales como Segovia, Burgos o incluso Sigüenza pueden rivalizar en tamaño y riqueza con la de Múnich. Quizás en este sentido los alemanes han sido más prácticos y pensaron en mejores formas de gastarse el dinero. ¿Quizás en cerveza?
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Almacén de la Capilla
En Colonia, sobre todo en la zona de Colonia Estrella (a pocos kilómetros de Carmelo), es fácil encontrar bodegas; tanto es así que en la página del Ministerio de Turismo de Uruguay se promociona un circuito enoturístico.
Entre todas esas bodegas para mí destaca el Almacén de la Capilla, lugar centenario que Antonio Cordano creó para abastecer a los lugareños y proporcionar un lugar de encuentro para el vecindario; el nombre se debe a que a cien metros está la Capilla de San Roque.
¿Por qué destaca para mí? No es la más grande ni ostentosa de las bodegas de la zona, al contrario: es sencilla y pequeña, con un ambiente familiar que hace que visitarla sea sentirse como en casa; además, la calidad de sus productos, la amabilidad y simpatía de sus dueños (¡mis amigos!) quienes explican de una forma muy amena y personalizada la historia del almacén y su actividad actual -con un recorrido por las instalaciones incluido-, la tranquilidad de la zona que hace olvidarse del tiempo y disfrutar de los paisajes… para esto también cuentan con una cabaña escondida en medio de los viñedos, que tengo pendiente disfrutar.
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Garmisch-Partenkirchen
Garmish-Parterkichen es una ciudad (pueblo grande) que está justo al inicio de los Alpes alemanes. Esta ciudad creo que es poco conocida en España, y entre sus mayores atractivos hay dos: el tren de cremallera que sube a la montaña más alta de Alemania, y los saltos de esquí. Pongamonos en contexto:
En Año Nuevo, hay tres grandes tradiciones que se hacen en mi casa:
- Tomar las uvas con las campanadas
- Ver el concierto de Año Nuevo de Viena
- Ver los saltos de esqui de… ¿de dónde?
Y es que aunque recuerdo haber estado viendo estos saltos de esquí durante años, creo que nunca me paré a pensar dónde eran. Parte de la culpa la debe de tener la falta de horas de sueño de la noche anterior combinada con el efecto de la resaca. De hecho, tampoco pensaba que fueran en la misma ciudad siempre. Y sin embargo, ¡sorpresa! estos saltos de esquí son en la ciudad alemana de Garmish-Partenkichen.
Ver los saltos de esqui sin nieve te producen una sensación entre impactante y decepción. Impactante porque a escala humana son realmente muy grandes. Es una estructura realmente muy grande, pero verla toda cubierta de hierbas es un poco extraña. Casi como ver unas ruinas de una construcción anteriormente gloriosa.
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Cuando lo barato sale caro
No soy un defensor de la moda del low cost, pero tampoco creo que haya que demonizarlas. Al fin y al cabo no me sobra precisamente la pasta, así que, ¿cómo podría estar en contra de pagar únicamente por lo que necesito? Esa es la esencia del low cost: prescindir de todo lo superfluo a fin de ofrecer un servicio aceptable y asequible.
Pero por otro lado, creo que a fin de ofrecer un precio más «económico» se está empezando a considerar como extra partes del servicio que deberían ser implícitas. En Ryanair, por ejemplo, hasta hace poco tenías que pagar un extra por pagar con tarjeta de crédito (y débito también). Pero si no pago con tarjeta de crédito, ¿cómo quieres que pague? ¿Acaso va a venir el presidente de Ryanair a mi casa a recoger el dinero? De paso lo podría invitar a tomar un vaso de leche con galletas. ¿Le envío el dinero por correo? ¿No es un poco absurdo? ¿De verdad el hecho de pagar con tarjeta de crédito es un extra que no está incluido en el servicio?
Y sí, esta entrada va de Ryanair. Y es que creo que el caso de Ryanair debería ser estudiado en las escuelas de negocio: una compañia que crece año a año, a pesar de tratar mal a sus proveedores, trabajadores y hasta a sus clientes. Parece que la misión de esta compañia es sembrar el mal y arrollar con todos los atisbos de humanidad. ¿De verdad se puede ser rentable arrasando con todo por cuánto pasas? Parece que sí. Otras compañias como El Corte Inglés son conocidas por exprimir a sus proveedores, pero al menos tratan bien a sus trabajadores y clientes. O Amazon por ejemplo, que exige mucho a sus trabajadores pero es todo bondad con sus clientes.
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Pagar con tarjeta en Alemania
Una de las cosas que más me ha sorprendido al aterrizar en Alemania es la alergia hacia el dinero de plástico que tienen en este país. Desde España miramos Alemania como el centro de Europa, tecnología y prosperidad, como una suerte de país nórdico pero algo más al sur. Si en Noruega, Suecia, Dinamarca o Reino Unido el pago con tarjeta es el que manda, ¿cómo no se va a usar en Alemania? Al fin y al cabo es el país del Euro (el BCE tiene su sede en Frankfurt), es la cuna de la tecnología y ha sido uno de los ganadores de la gran depresión.
Pues no. En Alemania prácticamente sólo se usa efectivo. No trates de encontrar un taxi que acepte pago con tarjeta. En bares y restaurantes las probabilidades de que te dejen pagar con tarjeta mejoran, pero no dejan de ser una lotería. Hay comercios o bares que les enseñas la tarjeta y la miran como si fuera un objeto extraterrestre. Parece que la cosa ha mejorado un poco en los últimos años, pero el alemán medio sigue prefiriendo (y de lejos) el pago en efectivo. ¿A qué se debe esto? Me da miedo pensar en la cantidad de dinero en efectivo que lleva la gente en la cartera. Es una anomalía muy llamativa en un momento en el que el pago por móvil empieza a ganar popularidad en otros países.
Trasteando por Internet veo que este miedo viene en gran parte de los años de hiperinflación, el hecho de haber perdido dos Guerras Mundiales y la consecuente obsesión alemana por el ahorro. No dejan de parecerme excusas que sacan a relucir que quizás el sistema bancario alemán no esté tan avanzado como cabría de esperar. No voy a ser el listo que lo compare con el sistema bancario español ya que esta última crisis nos ha sacado (y mucho) los colores. Pero sí soy un defensor del pago con tarjeta ya que es una forma relativamente sencilla de acabar con el dinero negro y con el robo de carteras en sitios de gran afluencia.