• Ensayos

    Todo va a salir bien

    Llamadme Eduardo. Soy esclavo de mi pasado, dueño de mis desgracias, pero también capitán de mi futuro. Me defino por antonomasia como polifacético, por eso hago todo tipo de cosas igual de mal: desde arreglar un enchufe, escribir un blog, entrenar redes neuronales, hablar con peluches o diseñar algoritmos de inversión automáticos capaces de multiplicar tus ahorros por cero. No soy optimista, más bien realista, pero sí positivista, por eso trabajo y me preocupo para que las cosas salgan bien. Y es que las cosas no salen bien por arte de magia, si no porque alguien se esfuerza en que así sea. Creo en el esfuerzo y el trabajo duro. Decídmelo a mi, que aprendí a leer y escribir al mismo tiempo que hablar. También aprendo de mis errores, por eso estoy constantemente creando errores más grandes, complejos y difíciles de resolver. Errores que a veces hacen daño a la gente que me rodea. Que a veces les hace llorar y sufrir. Por eso me siento muy orgulloso de mi novia, que a pesar de todo me quiere, me soporta, y creo que a veces hasta me entiende. También me siento muy querido por mis amigos, que son de lo mejor que uno se puede encontrar. Lástima tenerlos lejos y estar en una ciudad en la que nadie te entiende. Aunque bueno, tampoco me entendían en Madrid. En Sevilla tampoco, que yo soy sevillano pero voy de incógnito. Ahora también soy políglota, por eso hablo inglés, francés y dentro de poco alemán, y todos igual de mal. Y aunque no me entiendan, ni tampoco los entienda, siempre trato de ver el lado bueno de la gente. Pero soy también un radical. Por eso vivo con el temor constante de convertirme en todo aquello que odio. Y aunque crea que he perdido la chispa y el brillo de mis ojos, lucho por volver a recuperarlo. Y es que todo va a salir bien.

  • Alemania,  Montaña,  Viajes

    Garmisch-Partenkirchen

    Garmish-Parterkichen es una ciudad (pueblo grande) que está justo al inicio de los Alpes alemanes. Esta ciudad creo que es poco conocida en España, y entre sus mayores atractivos hay dos: el tren de cremallera que sube a la montaña más alta de Alemania, y los saltos de esquí. Pongamonos en contexto:

    En Año Nuevo, hay tres grandes tradiciones que se hacen en mi casa:

    • Tomar las uvas con las campanadas
    • Ver el concierto de Año Nuevo de Viena
    • Ver los saltos de esqui de… ¿de dónde?

    Y es que aunque recuerdo haber estado viendo estos saltos de esquí durante años, creo que nunca me paré a pensar dónde eran. Parte de la culpa la debe de tener la falta de horas de sueño de la noche anterior combinada con el efecto de la resaca. De hecho, tampoco pensaba que fueran en la misma ciudad siempre. Y sin embargo, ¡sorpresa! estos saltos de esquí son en la ciudad alemana de Garmish-Partenkichen.

    Ver los saltos de esqui sin nieve te producen una sensación entre impactante y decepción. Impactante porque a escala humana son realmente muy grandes. Es una estructura realmente muy grande, pero verla toda cubierta de hierbas es un poco extraña. Casi como ver unas ruinas de una construcción anteriormente gloriosa.

  • Ensayos,  Viajes

    Cuando lo barato sale caro

    No soy un defensor de la moda del low cost, pero tampoco creo que haya que demonizarlas. Al fin y al cabo no me sobra precisamente la pasta, así que, ¿cómo podría estar en contra de pagar únicamente por lo que necesito? Esa es la esencia del low cost: prescindir de todo lo superfluo a fin de ofrecer un servicio aceptable y asequible.

    Pero por otro lado, creo que a fin de ofrecer un precio más «económico» se está empezando a considerar como extra partes del servicio que deberían ser implícitas. En Ryanair, por ejemplo, hasta hace poco tenías que pagar un extra por pagar con tarjeta de crédito (y débito también). Pero si no pago con tarjeta de crédito, ¿cómo quieres que pague? ¿Acaso va a venir el presidente de Ryanair a mi casa a recoger el dinero? De paso lo podría invitar a tomar un vaso de leche con galletas. ¿Le envío el dinero por correo? ¿No es un poco absurdo? ¿De verdad el hecho de pagar con tarjeta de crédito es un extra que no está incluido en el servicio?

    Y sí, esta entrada va de Ryanair. Y es que creo que el caso de Ryanair debería ser estudiado en las escuelas de negocio: una compañia que crece año a año, a pesar de tratar mal a sus proveedores, trabajadores y hasta a sus clientes. Parece que la misión de esta compañia es sembrar el mal y arrollar con todos los atisbos de humanidad. ¿De verdad se puede ser rentable arrasando con todo por cuánto pasas? Parece que sí. Otras compañias como El Corte Inglés son conocidas por exprimir a sus proveedores, pero al menos tratan bien a sus trabajadores y clientes. O Amazon por ejemplo, que exige mucho a sus trabajadores pero es todo bondad con sus clientes.

  • Alemania,  Ensayos

    Disección de la vida en cajas

    Las mudanzas son un coñazo. En eso creo que estamos todos de acuerdo.

    A lo largo de los años nos dedicamos a acumular cosas y más cosas. Desde ropa que hace años que ya no te pones, hasta libros que compraste y sólo ojeaste un par de veces, pasando por los imanes de la nevera y los distintos adornos que tienes en el salón. Pero mi intención no es criticar este pseudo-síndrome de Diógenes. Considero que cada objeto tiene una historia detrás, y al empaquetarlos en cajas de cartón no estamos si no empaquetando nuestra vida. La vida ya no se mide en años: se mide en metros cúbicos.

    ¡Pero no todo son desventajas! Cuando llega el camión de la mudanza de repente te encuentras con que tienes el salón atiborrado de una treintena de cajas y no sabes lo que hay en ellas. Es como si se hubieran reunido de repente los Reyes Magos, Papá Noel, el ratoncito Perez, el genio de la lámpara y el gordo ese que trae los regalos a los niños vascos, y te recibieran en casa con tantos regalos que ni entras por la puerta.

    ¿Qué contendrá la caja verde y blanca que está al lado de la otra caja verde y blanca y encima de otra caja también verde y blanca? ¡Sorpresa! ¡Un exprimidor para hacer zumo de naranja y la cafetera! Con 5ºC en la calle a la vuelta de la esquina es justo lo que yo necesitaba. Ya aparecerán los chaquetones y las bufandas de aquí a un mes.

  • Alemania,  Cultura,  Múnich,  Viajes

    Pagar con tarjeta en Alemania

    Una de las cosas que más me ha sorprendido al aterrizar en Alemania es la alergia hacia el dinero de plástico que tienen en este país. Desde España miramos Alemania como el centro de Europa, tecnología y prosperidad, como una suerte de país nórdico pero algo más al sur. Si en Noruega, Suecia, Dinamarca o Reino Unido el pago con tarjeta es el que manda, ¿cómo no se va a usar en Alemania? Al fin y al cabo es el país del Euro (el BCE tiene su sede en Frankfurt), es la cuna de la tecnología y ha sido uno de los ganadores de la gran depresión.

    Pues no. En Alemania prácticamente sólo se usa efectivo. No trates de encontrar un taxi que acepte pago con tarjeta. En bares y restaurantes las probabilidades de que te dejen pagar con tarjeta mejoran, pero no dejan de ser una lotería. Hay comercios o bares que les enseñas la tarjeta y la miran como si fuera un objeto extraterrestre. Parece que la cosa ha mejorado un poco en los últimos años, pero el alemán medio sigue prefiriendo (y de lejos) el pago en efectivo. ¿A qué se debe esto? Me da miedo pensar en la cantidad de dinero en efectivo que lleva la gente en la cartera. Es una anomalía muy llamativa en un momento en el que el pago por móvil empieza a ganar popularidad en otros países.

    Trasteando por Internet veo que este miedo viene en gran parte de los años de hiperinflación, el hecho de haber perdido dos Guerras Mundiales y la consecuente obsesión alemana por el ahorro. No dejan de parecerme excusas que sacan a relucir que quizás el sistema bancario alemán no esté tan avanzado como cabría de esperar. No voy a ser el listo que lo compare con el sistema bancario español ya que esta última crisis nos ha sacado (y mucho) los colores. Pero sí soy un defensor del pago con tarjeta ya que es una forma relativamente sencilla de acabar con el dinero negro y con el robo de carteras en sitios de gran afluencia.